Maravillas. Relato leído en el recital "Setas con Letras"
El jueves pasado, con motivo de la celebración de la Semana Micológica, el Club de Escritura La Biblioteca contribuyó con un pequeño recital de relatos relacionados con el mundo de las setas. Aquí dejo mi contribución
MARAVILLAS
Cuando Alicia llegó, las chicas ya llevaban un rato esperando.
- ¿Qué nos traes esta vez del País de las Maravillas, Ali? – preguntó
Cenicienta sin disimular su impaciencia.
- Ahora lo veréis –contestó ella- hoy necesitaré usar la cocina, querida.
- ¿Vas a hacernos la cena? –Preguntó Blancanieves- recuerda mi alergia a
la fructosa.
Aurora, todavía en silencio, no apartaba la mirada del maletín rojo que llevaba
Alicia. Serigrafiado sobre el cuero, podía verse el anagrama de su empresa: una
oruga azul sentada sobre un extraño hongo, fumaba con un estilo propio de la
mismísima Sara Montiel.
- Lo que os traigo esta noche es ardiente como la lava de los volcanes de
Hawai, y tiene la belleza exótica del fuego. Sobre una mesa rectangular, Alicia
abría muy despacio el maletín sin dejar de hablar. Ante ellas, aparecieron
cuatro paquetes envueltos en una tela de seda.
Alargando el momento para disfrutar de la tensión, las chicas retiraron
el envoltorio descubriendo un extraño hongo anaranjado con una curiosa forma
fálica.
- Os aconsejo que lo oláis antes de cocinarlo –susurró Alicia.
La primera en acercarlo a su nariz fue Cenicienta, quien cerró los ojos
para saborear su aroma mientras las demás la miraban con atención. Un gemido
brotó de su garganta al instante.
Aurora, mucho más expresiva, echó la cabeza hacia atrás, se mordió los
labios y acarició su cuerpo con la mano derecha mientras sujetaba la seta junto
a su nariz con la izquierda. Los pezones se le erizaron hasta intuirse bajo el
corpiño y a juzgar por el movimiento rítmico de su pecho, su respiración se
volvió mucho más agitada.
Cuando Alicia fijó su mirada en Blancanieves, la notó mucho más pálida
(todavía más) de lo habitual.
- ¿Te encuentras bien, cielo? –preguntó visiblemente preocupada. Blancanieves
no respondía. Sus ojos, como ausentes, estaban clavados en el infinito y la
boca abierta le daba una expresión casi estúpida a su cándido rostro. De
inmediato, Alicia procedió a aflojarle los cordones del corsé, después de lo
cual el oxígeno comenzó a circular de nuevo por sus pulmones y sus mejillas
recuperaron su color sonrosado.
- Chica ¿no crees que deberías replantearte tu lencería? Me has dado un
susto de muerte.
Pero Blancanieves no contestó. Ni dijo una sola palabra en toda la noche.
Ni siquiera consintió que Alicia cocinase su hongo anaranjado. En lugar de eso,
lo envolvió de nuevo en su tela de seda, y lo guardó celosamente para mostrárselo
a su jardinero real. Aquellas esporas iban a venirle de perlas en tiempos de
guerra.
Viniendo del país de las maravillas, no podía ser menos..
ResponderEliminarBuen relato Paula. Juntas a varias de las mas famosas princesas en un relato corto que apenas se resiente, le das cierta dosis de humor y un buen toque de intriga al final. Buen trabajo.
Me gustó.
Un saludo.
¡Muchas gracias Alfonso! Se agradece la visita y el comentario.
ResponderEliminarUn abrazo