Sucedió en la feria
Aprovechando las bases del certamen de microrrelato que convocamos este verano a través del Club de Escritura La Biblioteca, para conmemorar la feria de Albacete (y que fue un rotundo éxito, todo hay que decirlo) decidí desentumecer los dedos escribiendo mi propio micro fuera de concurso.
Y esta es mi propuesta.
Y esta es mi propuesta.
Hasta las narices está ya de la feria. De hacer equilibrios
con la bandeja para esquivar niños, de las prisas de los clientes impacientes,
del olor a pollo asado, de espantar moscas y limpiar mesas con la misma bayeta
agujereada del año anterior, de escuchar una y otra vez las mismas canciones y
la voz cazallera del binguero que les ha tocado enfrente.
Deseando está que llegue el día dieciocho.
Que sí, que el dinero le viene de maravilla, aunque la feria
tampoco es ya lo de antes, y ni él tiene las mismas fuerzas que cuando era
joven, ni se paga tan bien como solía. Pero sí, el dinero le viene de perlas, y
es lo único que le alivia las escasas horas de sueño y los sudores bajo el sol
de mediodía.
Eso, y su placer secreto.
Y es que cada madrugada, tras recoger las mesas y echar la
lona, a esa hora tonta en que algunos apuran los últimos restos de alcohol, y
la ciudad se sacude la resaca a manguerazo limpio, se concede el capricho de
subir al carrusel. Una vuelta y otra vuelta, gira sobre un caballo negro,
siempre el mismo, hasta que las últimas estrellas se apagan ante la claridad
del día que amanece.
Después, un poco mareado llega a casa y se quita los zapatos
sin hacer ruido.
-¿Ya has vuelto a beber? –gruñe su mujer
-Es feria –contesta. Y duerme sus cuatro horas hasta el
siguiente turno.
Oye, para tenerlos entumecidos, tus dedos han salido muy literarios.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Un abrazo Amando, siempre tan amable.
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