A lo largo del pasillo
Cuando elegimos una casa para
vivir, casi siempre miramos bien que las habitaciones sean amplias, la luz,
hacia donde está orientada.
Buscamos una distribución
aprovechada, armarios, posiblemente un buen barrio, unos vecinos tranquilos…
Pero nunca o casi nunca
valoramos la importancia de tener un buen pasillo.
Un pasillo que se precie
de serlo debe iluminar lo suficiente sin que apenas se note. Debe acompañarnos
siempre y a la vez pasar desapercibido. Y por encima de todo, un pasillo debe
ser un buen cómplice de juegos.
Nada, absolutamente nada es
comparable a una buena carrera a lo largo de un pasillo. Adultos detrás de
niños, niños detrás de adultos, niños con niños y adultos tras adultos… ¿quién
no lo hizo alguna vez?
Adrenalina y risas en un
espacio estrecho y amplio al mismo tiempo. Y al llegar al final, el pasillo te
invita a volver e invertir los papeles. Ahora el perseguidor huye. Ahora el
perseguido pisa los talones.
Y es que no hay segundo más intenso
que aquel que transcurre cuando corres a lo largo de la estrechura de un pasillo, cuando
escuchas unos pasos detrás de los tuyos y casi puedes notar su mano rozando tu
espalda.
Una interesante reflexión sobre un elemento que efectivamente suele pasar desapercibido en nuestras vidas pero en el que yo también tengo gratos recuerdoas de carreras y risas infantiles.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Armando por pasar por aquí y dejar tu comentario y tus recuerdos "pasilliles"
ResponderEliminarUn abrazo
Y bien que es cierto!!! A veces lugares o instantes que no dotamos de importancia surgen de entre nuestros recuerdos para arrancarnos una sonrisa sincera. ¿Quién no ha corrido entre risas y griteríos detrás de nuestros hijos? Yo puedo decir que tus palabras son verdades como puños. Gracias por recordármelo una vez más.
ResponderEliminarBesos.