A lo largo del pasillo


Cuando elegimos una casa para vivir, casi siempre miramos bien que las habitaciones sean amplias, la luz, hacia donde está orientada.
Buscamos una distribución aprovechada, armarios, posiblemente un buen barrio, unos vecinos tranquilos…
Pero nunca o casi nunca valoramos la importancia de tener un buen pasillo.

Un pasillo que se precie de serlo debe iluminar lo suficiente sin que apenas se note. Debe acompañarnos siempre y a la vez pasar desapercibido. Y por encima de todo, un pasillo debe ser un buen cómplice de juegos.

Nada, absolutamente nada es comparable a una buena carrera a lo largo de un pasillo. Adultos detrás de niños, niños detrás de adultos, niños con niños y adultos tras adultos… ¿quién no lo hizo alguna vez?

Adrenalina y risas en un espacio estrecho y amplio al mismo tiempo. Y al llegar al final, el pasillo te invita a volver e invertir los papeles. Ahora el perseguidor huye. Ahora el perseguido pisa los talones.

Y es que no hay segundo más intenso que aquel que transcurre cuando corres a lo largo de la estrechura de un pasillo, cuando escuchas unos pasos detrás de los tuyos y casi puedes notar su mano rozando tu espalda.

Comentarios

  1. Una interesante reflexión sobre un elemento que efectivamente suele pasar desapercibido en nuestras vidas pero en el que yo también tengo gratos recuerdoas de carreras y risas infantiles.
    Un beso

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  2. Gracias Armando por pasar por aquí y dejar tu comentario y tus recuerdos "pasilliles"

    Un abrazo

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  3. Y bien que es cierto!!! A veces lugares o instantes que no dotamos de importancia surgen de entre nuestros recuerdos para arrancarnos una sonrisa sincera. ¿Quién no ha corrido entre risas y griteríos detrás de nuestros hijos? Yo puedo decir que tus palabras son verdades como puños. Gracias por recordármelo una vez más.
    Besos.

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