Ejercicio de escritura rápida
Este es el resultado de un ejercicio de escritura rápida que propuso Alicia en nuestra última reunión del Club de Escritura. El requisito del texto era que contuviese la siguiente frase de Quevedo:
"La envidia es flaca y amarilla porque muerde y no come"
Y esto fue lo que me salió a mí. Aunque lo curioso de estos ejercicios es comprobar como cada cual los resuelve de una manera totalmente diferente al resto.
La envidia es flaca y amarilla porque muerde y no come. Es perra, pero ese perro que va de caza, que acosa a su presa, la persigue, la despedaza con los dientes, para luego despreciar el trofeo y arrojarlo en manos de otro.
La envidia es flaca porque se autoconsume. La desgastan los celos, los malos deseos, la fiebre por hartarse de algo que realmente no quiere. Se muere de ansiedad, se emborracha de ambiciones, pero no aspira a nada. No desea. Simplemente pretende que tú no tengas.
Y con su palidez hepática, hinchado su hígado de voces desesperadas, la envidia sonríe con unos labios muertos y envenenados. Porque sí. Sonríe para que todos se fastidien. Porque sabe que todos la desprecian, pero en el fondo, no pueden ignorarla.
PD: Como no soy ni flaca ni amarilla, es evidente que ni la sufro ni la inspiro. La considero una pérdida absurda de energía.
Un abrazo.
"La envidia es flaca y amarilla porque muerde y no come"
Y esto fue lo que me salió a mí. Aunque lo curioso de estos ejercicios es comprobar como cada cual los resuelve de una manera totalmente diferente al resto.
La envidia es flaca y amarilla porque muerde y no come. Es perra, pero ese perro que va de caza, que acosa a su presa, la persigue, la despedaza con los dientes, para luego despreciar el trofeo y arrojarlo en manos de otro.
La envidia es flaca porque se autoconsume. La desgastan los celos, los malos deseos, la fiebre por hartarse de algo que realmente no quiere. Se muere de ansiedad, se emborracha de ambiciones, pero no aspira a nada. No desea. Simplemente pretende que tú no tengas.
Y con su palidez hepática, hinchado su hígado de voces desesperadas, la envidia sonríe con unos labios muertos y envenenados. Porque sí. Sonríe para que todos se fastidien. Porque sabe que todos la desprecian, pero en el fondo, no pueden ignorarla.
PD: Como no soy ni flaca ni amarilla, es evidente que ni la sufro ni la inspiro. La considero una pérdida absurda de energía.
Un abrazo.
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