La vida que no viví
...y las cosas que nunca hice.
No sé si será un adelanto de la crisis de los cuarenta, o si todo se debe al hecho de que estoy viviendo una etapa de aparente serenidad en mi vida (lo suficientemente aparente para que incluso yo crea que es así) No sé cual será el motivo exacto, pero desde un tiempo a esta parte, pienso a menudo en todos esos proyectos, planes, deseos, que se han ido quedando por el camino a lo largo de los años.
Que la vida solo pasa una vez creo que es algo evidente, y aunque no le demos importancia, cada vez que despedimos una etapa decimos también adiós a un buen montón de oportunidades desaprovechadas, otras simplementes desechadas, que probablemente tampoco volverán de nuevo.
Todos los días renunciamos a muchas cosas, casi sin ser conscientes de ello. Y hoy, que tengo un día tonto, no paro de pensar en esos pequeños deseos que una vez tuve, y que probablemente se han quedado fuera de mi alcance, o demasiado lejos al menos.
Creo que todo se desencadenó hace unos días, cuando me encontré con una amiga del instituto a la que hacía bastantes años que no veía. Yo ya sabía, por la prensa, que había publicado al menos un par de novelas, y algún pequenísimo detalle más de su vida que ella había dejado caer en una entrevista que le hicieron con ocasión de un premio en Sevilla. Sin embargo, al hablar durante escasamente unos minutos, me di cuenta de que, todo aquello que para mí habían sido siempre meros sueños, ella lo había convertido en su realidad de cada día. Tenía una vida interesante, no una vida gris y lineal como la del resto de los mortales. Un trabajo de esos que te dejan un buen sabor de boca cuando llegas a casa cansada, con la sensación de que estás haciendo algo valioso con tu vida, y que puedes mejorar las vidas de los demás. Había vivido en varios países, y en ciudades muy distintas, además de que por su trabajo viaja de vez en cuando, lo que le permite seguir conociendo otras culturas y gente diferente, que sin duda la enriquecerán cada día.
No es envidia lo que siento. Más bien al contrario, admiro su capacidad de haberse construido la vida que quería. Pero sí tengo la sensación de no haber jugado mis cartas con toda la habilidad que debería haber empleado.
Es cierto que mis cartas no eran las suyas, pero aun así... Seguro que podría haber hecho ciertas cosas de otra manera. Seguro que me precipité en algunas decisiones. Seguro que en algún momento me até demasiado a algo sin estar segura de todo lo que aquello implicaba, y de lo que dejaba atrás.
Me habría gustado vivir durante un tiempo en otro país.
Me habría gustado disfrutar más locamente en mis años jóvenes.
Me habría gustado estudiar otra carrera y dedicarme profesionalmente a algo relacionado con la enseñanza.
Me habría gustado dedicar más tiempo a algun@s amig@s, y no haberl@s dejado perder por el camino.
Por otra parte...
Me gustaría ser capaz de sentarme a escribir esas memorias que tengo comprometidas.
Me gustaría publicar alguna vez mi primera novela, independientemente del éxito que luego tenga. Sólo por el placer que produce terminar un proyecto.
Me gustaría infuir positivamente en la vida de los demás, y sentirme orgullosa por lo que hago cada día.
Me gustaría colaborar en alguna actividad de voluntariado.
Me gustaría disfrutar más de mi gente.
Me gustaría vivir en contacto con la naturaleza y tener una casa con jardín y un perro enorme.
No sé, me parece que tengo tarea por delante. Mientras haya objetivos, hay horizonte.
No sé si será un adelanto de la crisis de los cuarenta, o si todo se debe al hecho de que estoy viviendo una etapa de aparente serenidad en mi vida (lo suficientemente aparente para que incluso yo crea que es así) No sé cual será el motivo exacto, pero desde un tiempo a esta parte, pienso a menudo en todos esos proyectos, planes, deseos, que se han ido quedando por el camino a lo largo de los años.
Que la vida solo pasa una vez creo que es algo evidente, y aunque no le demos importancia, cada vez que despedimos una etapa decimos también adiós a un buen montón de oportunidades desaprovechadas, otras simplementes desechadas, que probablemente tampoco volverán de nuevo.
Todos los días renunciamos a muchas cosas, casi sin ser conscientes de ello. Y hoy, que tengo un día tonto, no paro de pensar en esos pequeños deseos que una vez tuve, y que probablemente se han quedado fuera de mi alcance, o demasiado lejos al menos.
Creo que todo se desencadenó hace unos días, cuando me encontré con una amiga del instituto a la que hacía bastantes años que no veía. Yo ya sabía, por la prensa, que había publicado al menos un par de novelas, y algún pequenísimo detalle más de su vida que ella había dejado caer en una entrevista que le hicieron con ocasión de un premio en Sevilla. Sin embargo, al hablar durante escasamente unos minutos, me di cuenta de que, todo aquello que para mí habían sido siempre meros sueños, ella lo había convertido en su realidad de cada día. Tenía una vida interesante, no una vida gris y lineal como la del resto de los mortales. Un trabajo de esos que te dejan un buen sabor de boca cuando llegas a casa cansada, con la sensación de que estás haciendo algo valioso con tu vida, y que puedes mejorar las vidas de los demás. Había vivido en varios países, y en ciudades muy distintas, además de que por su trabajo viaja de vez en cuando, lo que le permite seguir conociendo otras culturas y gente diferente, que sin duda la enriquecerán cada día.
No es envidia lo que siento. Más bien al contrario, admiro su capacidad de haberse construido la vida que quería. Pero sí tengo la sensación de no haber jugado mis cartas con toda la habilidad que debería haber empleado.
Es cierto que mis cartas no eran las suyas, pero aun así... Seguro que podría haber hecho ciertas cosas de otra manera. Seguro que me precipité en algunas decisiones. Seguro que en algún momento me até demasiado a algo sin estar segura de todo lo que aquello implicaba, y de lo que dejaba atrás.
Me habría gustado vivir durante un tiempo en otro país.
Me habría gustado disfrutar más locamente en mis años jóvenes.
Me habría gustado estudiar otra carrera y dedicarme profesionalmente a algo relacionado con la enseñanza.
Me habría gustado dedicar más tiempo a algun@s amig@s, y no haberl@s dejado perder por el camino.
Por otra parte...
Me gustaría ser capaz de sentarme a escribir esas memorias que tengo comprometidas.
Me gustaría publicar alguna vez mi primera novela, independientemente del éxito que luego tenga. Sólo por el placer que produce terminar un proyecto.
Me gustaría infuir positivamente en la vida de los demás, y sentirme orgullosa por lo que hago cada día.
Me gustaría colaborar en alguna actividad de voluntariado.
Me gustaría disfrutar más de mi gente.
Me gustaría vivir en contacto con la naturaleza y tener una casa con jardín y un perro enorme.
No sé, me parece que tengo tarea por delante. Mientras haya objetivos, hay horizonte.
Ay, Paula, lo que nos parece de otros bueno tiene a veces tintes envenenados... nadie, nadie tiene la vida perfecta y a veces simplemente nos tendria que bastar sacarle el punto bueno que siempre tiene la nuestra... sin renunciar por supuesto a los sueños. El caso es que creo que necesitaría más de una vida para conseguir todos los sueños que quiero y no tengo tampoco la fuerza de voluntad para lograrlo.
ResponderEliminarUn supersaludo
Tienes un hermoso horizonte Paula, un montón de deseos por cumplir, que seguro haces realidad. Tu amiga puede tener muchas cosas, pero seguro que no posee una pequeñita como la tuya ¡Ah he dado en el blanco! ¿ a qué si?. Besos. Pepi.
ResponderEliminarHola. Encontré el blog de casualidad, en esta noche de insomnio. Soy una jóven argentina de 19 años, que comparte muchos de los sueños que vos lamentas no haber perseguido. Tengo miedo de que me suceda algo similar. Carezco de la confianza suficiente para mostrar al mundo lo que hago. Y me falta además, confianza en mi propio trabajo. Quisiera escribir. Pero no por tener un libro. Lo que quiero son lectores, saber que al menos a una persona, llegó lo que tengo para decir. Que el mundo no me trague ni me asfixie... quizás seamos demasiados los que compartimos el mismo sueño, y como billetes de lotería, al ser tantos,el gran premio deba dividirse en pequeñas porciones, que no sean más que esta mínima ración que supone un blog. Planeo al menos explotar eso al máximo. Y desde mi timidez, busco lectores, y, ruego, me juzguen. Hermoso blog. Disfrutaría mucho una visita por mi propio espacio....
ResponderEliminarwww.susurrodesilencio.blogspot.com
muchas gracias
Superwoman, tienes toda la razón. Nadie tiene la vida perfecta. Pero a veces vemos reflejados nuestros pequeños fracasos (si me permites la palabra) en los triunfos de los demás. Y eso es algo que suele hacerme reflexionar.
ResponderEliminarSoy una persona en constante crisis, y creo que eso tiene una parte positiva y otra negativa. Cada vez me dejo influir más por la positiva, pero no puedo evitar los ratos de melancolía en los que me dan pena las opciones que vamos dejando por el camino.
Como decía Carina, echar la vista atrás es bueno a veces, mirar hacia adelante es vivir sin temor. Fíjate, que nunca me había parado a pensar en esa frase hasta ahora, y no sé a santo de qué me ha venido a la cabeza.
Un abrazo
Pepi, tú siempre tienes una palabra amable. Pues seguro que tienes razón, porque una niña tan guapa como la mía... Es que es difícil encontrarla ¿eh?
ResponderEliminarUn beso muy grande, y sigue siendo tan maja y tan buena gente, que nos hacen falta muchas Pepis en el mundo.
Por cierto, muchas gracias por el libro. Ya te contaré más despacio.
Trinidad, eres muy joven, y por tanto tu horizonte es muchísimo más amplio. No te voy a dar ningún consejo, en primer lugar porque yo misma soy de las que suelen hacer todo lo contrario de lo que le dicen, y en segundo lugar porque creo que no los necesitas.
ResponderEliminarMe he pasado por tu página, y es sencillamente brillante.
Un abrazo, y espero que sigamos leyendonos mutuamente.
Fíjate por donde, que mi blog ha salido mucho más viajero que su autora, y ya me salen visitantes allende los mares... Esto de internet nunca dejará de maravillarme.
Tú lo has dicho, Paula,-"mientras haya horizontes habrá objetivos". He entrado a tu blog mediante una alerta de concursos literarios. He leído lo que piensas acerca de estos eventos. Tengo una idea parecida a la tuya. Pero, debo contarte que pasé por un período de mi vida, en los años 70, en que me dejaron cesante habiéndome casado recién. Llegué a casa sonriendo por el hecho, como una forma de contrarrestar lo ocurrido. Le conté a mi esposa y seguimos viviendo como si nada. Durante ese mes me dediqué a recuperar el trabajo y a escribir con mucha convicción. Escribí un cuento y lo envié a concurso. Era octubre. Me olvidé del asunto, hasta que un día cualquiera de diciembre, un amigo que se las daba de crítico me dijo: -"Gastón, te ganaste un Premio a nivel nacional. Salió en el diario. Te apartó el cuento el jurado más controvertido del momento(Lafourcade), quien tenía tribuna en TV nacional de la dictadura. Yo nadada que ver con eso, al contrario, cesante por ser opositor al régimen de turno. Como vez, la esperanza es lo último que se pierde, dijo alguien por ahí.
ResponderEliminarEn cuanto a tus incursiones en el escribir y publicar, debes perseverar. No te atormentes por lo que no hiciste o hiciste mal, sino que persevera y busca la forma de dar a conocer lo tuyo. Lo importante no es ser de los primeros, sino que conozcan tus propuestas. Eso sí que vale. Te deseo mucho éxito en tus trabajos. Yo soy de CHILE, Valdivia. Mi correo es gast.sand@gmail.com Tengo un blog en iniciación que se llama Arbol del conocimiento-Molinod y otro Molino de Piedra. Besos y un abrazo. Nos encontraremos.
Hola Molino, muchas gracias por tu tiempo, por tus palabras y por tu blog. No me cabe duda de que nos encontraremos. Al fin y al cabo, internet es un pañuelo.
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